Al olvido
se va como a la muerte
I
La palabra,
ebria de contención,
trepó hasta la punta de mi lengua:
Desde ahí se despeñó hacia el
silencio
desgarrándolo
II
Si pudiéramos todos
encender la palabra
volverla fulgor
llamarada
abrasando nuestros nombre
nuestros
sinos
conquistaríamos juntos
esta tupida trama hecha de tiempo
rompiendo el porvenir y su espesura
III
Andar por los bordes de esta hoja
sin apuntar el paso hacia su centro
Desarmada
Planeo la estrategia para mi
avance:
Sitiar la palabra
Replegarla y cercarla
en ese espacio,
ahora supeditado al silencio
Tomo el lápiz
pero, como una espada,
ahuyenta el verbo posible
Sus flancos se dispersan
y vuelvo a andar por los bordes
masticando esta nueva derrota
IV
Anúnciame
Espanta las sombras que ladran a
mi paso
y los ojos curiosos que desde los
resquicios
me ven andar a tientas
desandando
Alláname el camino
que tropiezo
porque no estaba escrito que
volviera
(el polvo sacudido de mi cuerpo
se levanta de nuevo y se me pega)
Anticípame
Nada quiero dejarle a la sorpresa
Salí de mí huyendo de este grito
pero el grito me alcanzaba adonde
fuera
V
Cada día
una parte de mí se derrumba
como aquellas casas viejas
inhóspitas
que se desploman
de tanto contener ausencias
VI
Oí sus pasos
detenerse en la puerta
y lo supuse:
la muerte apuraba el vaso
del que nos bebe a grandes sorbos
VII
Laxa, me tendí a su espera,
arropada por los rincones.
Cadenas de atávicos miedos me
enlazan a estas escurridizas horas.
Sigo esperando.
Pero no llega, se demora, entra a
otros cuartos, hiela otros cuerpos.
Amanece y comprendo que aquí,
anoche, la muerte no tuvo nada que llevarse.
Autora:
América Martínez Ferrer (Caracas, Venezuela 1976)
Fragmento
del libro: Al olvido se va como a la muerte.